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sebass
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Predeterminado Re: Rally de Marruecos 2011

Rally: sensaciones de un dramático accidente, en primera persona

En Marruecos, Orly Terranova quedó con la camioneta dada vuelta en medio del desierto; tras el susto, llegó la hora de la reflexión junto a su madre, que lo sigue a todos lados, y la mención al terrible choque de la Indy Car.Por Guido Molteni / Enviado especial
18 de Octubre de 2011 - 09:20


MARRUECOS.- Orly Terranova está concentrado sosteniendo el volante, comenzó muy bien la carrera y todavía ni se imagina lo que está por pasar. Su copiloto, el español Lucas Cruz, lo guía en la primera etapa del rally de Marruecos, que une Ouarzazate con Zagora. Es la primera vez que el mendocino corre con la Toyota Hillux y también es la primera carrera con su compañero. Hace 20 minutos que salieron, están a punto de llegar al enlace con la ruta donde la velocidad máxima es 90, y su compañero grita "¡300!". Orly sigue avanzando a la misma velocidad, y otra vez el mismo grito pero con otra cifra: "¡200!". A los pocos segundos, otra vez: "¡100!". Y de repente, el grito final: "¡Zona de velocidad Orly, frena!". Terranova se sorprende por el grito y pisa el freno a fondo. La camioneta se desliza, Orly da dos volantazos, pero el destino ya está marcado: chocan con un borde de hormigón y quedan dados vuelta. Es el final de la primera etapa para ellos.

"Me da bronca porque veníamos muy bien y por una falla tonta quedamos afuera, todavía no lo puedo creer", le dice Orly a canchallena.com . Ahora el mendocino está más tranquilo, la única secuela del duro golpe es un dolor en la nuca, pero le resta importancia. Si bien vio por youtube el trágico accidente de Dan Wheldon en el Indy Car, dice que nunca tuvo miedo. "Los accidentes te impactan cuando vos sos testigo, cuando estás ahí. Te afectan cuando los protagonizás o cuando los ves de cerca", explica más relajado en el restaurant del hotel Palais Asmaa, de Zagora.

La camioneta sigue dada vuelta de costado, en 90 grados, y Orly piensa que es una pesadilla, todavía no lo puede creer. Su compañero, que quedó en la parte de arriba, se apura a salir de una trampa que puede ser mortal. Orly mira los rápidos movimientos del español y se asusta: piensa que se está prendiendo fuego el auto. Cuando sale, se alivia, ve que no hay ningún incendio y se encuentra con un paisaje desolador. En la ruta en medio del desierto está él, Lucas, y la camioneta. Nadie más. Luego de cinco minutos eternos, se acerca una combi con turistas y los dos corredores les hacen señas, piden ayuda. El conductor marroquí frena, pero los turistas empiezan a los gritos: "No frenés, seguí que es peligroso. Por favor no frenés". A pesar de los ruegos de los extranjeros, el conductor africano ayuda a los pilotos, enderezan la camioneta y se va. Ahora sólo resta esperar que los mecánicos del equipo Overdrive los vayan a asistir, aunque saben que el día ha terminado.

En la cena en el hotel, junto a Orly, está su mamá, Cristina, su hermana mayor, Marcela, y el piloto y gran amigo de la vida, Adrián Yacopini. Cristina lo sigue a su hijo a todos lados: estuvo en Egipto, Mauritania, Túnez, Libia, España, Portugal y muchos países más. "Yo como madre prefiero estar siempre en el lugar, porque si le pasa algo y yo estoy lejos no sé qué hacer, me pongo muy nerviosa, en cambio acá lo puedo ayudar", dice. De los cinco hijos que tuvo, dos son pilotos: Orly y Marco. "Tiene 18 años, es el bebe de la familia, mi pollo, así que también a él lo sigo a todos lados y lo cuido", cuenta Cristina sobre su hijo menor, mientras esboza una sonrisa y mantiene una mirada firme pero dulce.




A menos de 50 kilometros del accidente, Marcela atiende el celular y habla en inglés. Su voz transmite nervios, mira hacia el lado de afuera de la camioneta, en pleno desierto, y repite dos veces la misma pregunta: "¿Qué le pasó al Orly, está bien, seguro?". Del otro lado del teléfono un mecánico de Overdrive la tranquiliza y le asegura que su hermano está sano. Cinco minutos después es Cristina la que agarra el celular y, preocupada, no duda en llamar a su hijo. Cuando termina de hablar, confiesa que lo notó raro, que hablaba muy despacio y que tiene miedo de que le haya pasado algo grave y no se lo hayan dicho. Más tarde se tranquilizará al ver a su hijo en perfectas condiciones.

La cena en el hotel de Zagora se está por terminar. Las tazas de café lucen vacías y las del té marroquí también, excepto la de Orly. Es una noche cálida y corre un viento fresco en la parte de afuera del restaurant. Los comensales se están por levantar, el reloj marca las diez de la noche y los días que quedan serán agitados, ya que la camioneta se pudo refaccionar y el mendocino seguirá en la carrera. "Bueno me voy a dormir que me duele un poco la nuca, por el choque", dice Orly mientras se está por levantar. De golpe, su madre lo frena, saca una bolsita con remedios y lo obliga a tomarse un oxaflex. Cuando lo está por tomar, Cristina lo frena otra vez: "Ni se te ocurra tomarlo con el te", dice y le acerca un vaso de agua. Y junto con el vaso, también se acerca, se siente, se respira el amor de una madre. Una madre viajera.



Fuente: http://www.canchallena.com/1415665-r...rimera-persona
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