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Antiguo 05-12-2013, 16:49:04   #1133
pairospam
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Predeterminado Re: Merkabah: de tolva a motorhome

Por la tarde me dediqué a pulir y rearmar la pisadera izquierda, lo que no resultó nada fácil, y Edison roció con washprimer los tapabarros y empezó con el trabajo de masilla de uno de ellos.





Parecía que el proyecto había avanzado lo que no había podido avanzar en muchos meses.

Y llegó el día en que tuve que tomarme mis vacaciones si no quería perderlas, así es que nos las emprendimos y partimos viaje al norte por el camino interior entre Cabildo y La Serena y aterrizamos en Vicuña donde los Larraguibel. Durante el trayecto disfrutamos del desértico y fascinante paisaje de los valles interiores, seco a cagarse, encontrando aquí y allá algunos restos mortales de parientes de la Merkabah cuya ausencia de cristiana sepultura casi le arranca un par de lagrimones al suscrito.




Una vez en Vicuña, entrada ya la noche, René y Karen nos recibieron con el cariño de siempre. Fue grato ver a René contento y como niño con juguete nuevo con la moto elegida para acompañarlo en las correrías con Terral. El hotel se aproximaba a su etapa final de construcción y se vislumbraba un final para las faenas y un comienzo para su tan ansiado viaje de exploración en el camión, pero los problemas asociados a empresas de esa índole aún eran un dolor de cabeza constante para el pobre René y sus ganas de viaje.




Nos quedamos y nos reímos unos pocos días y nos volvimos a San Felipe para las elecciones, agradeciendo la hospitalidad y la amistad y dando unas escuetas lecciones de manejo de moto para piloto y copiloto.

No estuvimos mucho en casa y partimos al sure, sin rumbo fijo. Visitamos a unos parientes en la séptima región y entre conversa y conversa nos hablaron de los saltos de Huilo-Huilo. Así que a la región de los lagos partimos mialma, haciendo escala en Los Angeles y luego una parada de visita a Temuco donde un conocido. La diferencia entre el paisaje de lagos y verdores del sur y de los cerros cubiertos de cactus abrasados por el sol del norte es siempre abismante, y es parte de lo que hace del viajar una experiencia tan fantástica.



El viaje valió la pena, con creces, y el desarrollo encontrado el el parque Huilo-Huilo fue notable, incluso si se piensa que es algo elitista y demasiado turístico-guiado, pero mientras más se muestre y a la vez se proteja el bosquecito de la predación del homo-chilensis más contento estoy yo. Por supuesto no nos quedamos en ninguno de los hoteles raros y de gusto discutible del parque y optamos por las cabañas más privadas y aisladas de un lugar precioso y cercano, a un precio que era casi la quinta parte del de una de las habitaciones sencillas de los hoteles. Conocimos el lugar y recorrimos todos los senderos y anduvimos a caballito entre los bosques y nos devolvimos al norte pasando entre los lagos Neltume y Calafquén. Bonito y recomendable, en serio.



Seguimos por el camino de la cara oriental del volcán Villarrica entrando por Coñaripe y llegamos al Parque, con sus coigües y araucarias centenarios que sobrecogían el alma y empequeñecían a cualquier cosa que pasara a sus pies. Cuando llegamos donde los guardaparques conté que tenía ganas de seguir por el camino hasta bajar por el otro lado hasta Pucón mientras desembolsaba el precio que hacía poco habían comenzado a cobrar para pasar al volcán y al glaciar. La niña me miró y se rió, y en ese momento me llamó la atención su mirada, pero no supe interpretarlo.

Continuamos entre los altos árboles el camino hasta el lugar más alto y dejamos el Montero en una suerte de estacionamiento para seguir subiendo a pie un sendero de unos pocos kilómetros que nos llevó hasta los pies de los restos del glaciar que lentamente se derretía. El paisaje, el sol, el aire y los pájaros carpinteros gigantes que vimos durante el descenso hicieron que el esfuerzo valiera absolutamente la pena.

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