Afortunadamente el fierro se puede trabajar, cortar, maquinar, esmerilar, soldar, etc… y no se queja mucho. Un poco de esfuerzo para el esmeril angular y el error de diseño fue corregido. Ambos bloques tendrían ángulos iguales en los extremos. Tenía suficientes piezas de acero para hacer la corrección, pero me tomó mucho más de lo esperado… como era de esperarse.
El domingo, día para descanso y solaz, preferí pintar el tanque de diesel antes de que ensuciara demasiado. Así que, de nuevo al taller, limpia y sopletea todo, ventila y luego pinta que pinta todas las caras excepto la base en que estaba apoyado.
Limpié la pistola (grr….) y de nuevo me enfoqué en los cubos del eje delantero. Coloqué los bloques de las puntas, luego de una serie de procedimientos de ajuste de última hora, y en seguida maniobré para poner de nuevo las lainas, las golillas y los seguros Zegers. No fue fácil, e incluso pensé que algo andaba mal con algún elemento del eje y que a lo mejor requería desarmar de nuevo todo. Horror. Pero la paciencia y la fé prevalecieron y al final pude poner todo en su lugar.
Como era ya un poco tarde, invité a Carmen y a una amiga que estaba de visita a comer afuera y resultó una cena fantástica. Coincidentemente era el día de San Valentín, pero en realidad no estoy ni ahí con los ”días de esto” o “días de aquello”.
Lunes, de nuevo! Darle los últimos retoques a lo bloques me consumió todo el tiempo disponible ese día, trabajando con dos esmeriles a la vez y la lima de mano para evitar fundir las herramientas eléctricas y dar a los bloques una suferficie los más plana posible para optimizar el contacto con el paquete de resortes. Fue duro, muy duro, y el calor no cejaba.
Ese mismo día, mi padre tuvo que mover 300 tubos para armar un acueducto en los cerros de la cuarta región. Trabajó sin parar 10 horas. Eso es tener energía, gallo, a los 72 años!
Terminé con los benditos bloques al siguiente día de trabajo, gracias al Gran Jefe, así que tomé las tapas de los cubos reductores para aplicarles el tratamiento de belleza. Alcancé a instalar una sola y ya era hora de irse.
