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No pasó mucho y, como había temido, me pidieron con premura las ruedas delanteras del camión, las que estaban en mejor estado. La idea era de poner las ruedas traseras adelante y dejar el eje trasero del camión sobre troncos, siempre esperando poder conseguir neumáticos y llantas adecuadas para poder mover eventualmente el camión para todo lo que se iba a requerir hacerle.
Ahorro detalles, pero el cambio de neumáticos de un camión es una gran pega, y se debe de hacer atención al peso no solo de las ruedas sino al del camión mismo y del terreno, ya que lo que parece suelo firme no lo es bajo varias toneladas. El cuento es que me demoré varias horas, primero consiguiéndome la gata, los dados ad hoc y la llave de ruedas con un tubo firme para hacer palanca. Tampoco fue fácil conseguir donde apoyar el eje. La primera gata estaba mala así es que tuve que pegarme otro viaje a la ciudad para conseguir una segunda que funcionara.
Cuando terminé de sacar las tuercas de la primera rueda ya estaba agotado. No hubo mayor drama al sacar las rueda traseras, solo el hecho de estar exhausto, pero al poner la gata para levantar la rueda delantera izquierda no me fijé que el terreno estaba apenas húmedo pero lo suficiente como para permitir que la gata se hundiese una vez había sacado la rueda y no pudiese poner la otra. Al límite del desplazamiento de la gata la altura no daba para poner la rueda, y seguía hundiendose la cosa así que agarré el primer palo que encontré y me puse a cavar para hacer espacio a la rueda y poder al menos enganchar una tuerca. Varios minutos, varios kilos de tierra y varios litros de sudor después pude poner –a la fuerza- tres tuercas y la situación se salvó. Tuve que cavar otro poco para extraer la gata también.
Devolví las ruedas pero tarde, y muy cansado.
En los ratos disponibles y mientras el camión vegetaba en el campo me dedicaba a imaginar y dibujar como iba a hacer el habitáculo. En un principio pensé en comprar un trailer de baja y modificarlo, idealmente frigorífico. Luego de buscar en varios lugares y ver algunos deseché la idea porque el engorro iba a ser mucho más que lo que pudiera tener de ventajoso el cuento de la modificación. Había que acortarlo, rebajarlo, reforzarlo, sellarlo, deshacerse de lo que sobrase, etc. Un culo.
Al final, la mejor opción era (y es) la de fabricar una caja con paneles sándwich de fibra de vidrio y poliuretano. Pedí algunas cotizaciones y no resultaba nada de barato y las calidades de los paneles eran más bien disparejas, pero decidí que me preocuparía cuando llegara el momento, una vez terminado todo el trabajo de restauración mecánica del camión. Mientras, diseñaría la caja y el interior tan acuciosamente como pudiese.
A los pocos días recibí otro llamado, esperado pero indeseado: necesitaban las llantas de las otras ruedas, también apurados. Horror.
Conseguirse las herramientas, tronquitos de eucaliptos adecuados esta vez, una gata decente, y a levantar y bajar, y a sacar y poner pernos, mierda!
Terminé a la hora del culo, y uno de los tronquitos primarios cedió y el tercer eje se echó, lentamente, casi hasta llegar al suelo. Por fortuna me dio tiempo para darme cuenta y hacerme un lado. La foto, con las luces de la camioneta, es lo mejor que pude obtener dada la hora y el cansancio.
Al día siguiente fui, con luz, a ver como había quedado el camión. Echado ahí, sobre los cuartos traseros, despojado de las ruedas, sucio, con el cristal roto, abollado, igual para mí tiene un encanto especial. Los fierros viejos tiran como yunta de bueyes, no hay caso.
Aproveché de estudiar mejor y fotografiar todo para planificar el servicio, los arreglos y las modificaciones a efectuar en la suspensión y en los ejes.
Esos paquetes de resortes, delanteros y traseros, habrían de ser cambiados o ablandados de todas formas.