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Todas las gomas estaban para la goma pero en general los componentes mecánicos no presentaban daños irreparables. Los cardanes y las juntas cardánicas estaban sanos. El chasis tenía una mínima comba axial superior pero despreciable. Aproveché de tapar algunos hoyitos del techo con un vulgar Scotch para evitar que el agua se filtrara a la cabina, como lo había estado haciendo desde hace mucho, mucho tiempo. No me pude aguantar y saqué la pisadera del copiloto para intentar el desabollado de la pieza cuyo estado lamentable se muestra en la foto de antes de sacar las ruedas. Ese sería el primer trabajo serio a realizar en la Merkabah.
Mientras el trabajo manual se desarrollaba según la disponibilidad de tiempo –siempre escaso-, el trabajo intelectual continuaba y el diseño de lo que sería la Merkabah con su configuración definitiva continuaba, como muestra el dibujo, y la búsqueda de soluciones a problemas como el de reducir costos y conseguir piezas también. Planificaba recabar piezas y partes usadas de desarmadurías de camiones para armar el cuento tanto como se pudiera, pero estos tipos de Buin y San Bernardo no son de lo más barato, quiridi.
Como soy un tipo de mucha fe, pedí ayuda para encontrar algo más adecuado para mí y para el proyecto, ojalá más cerca y más barato. En solo unos pocos días, circulando por el camino habitual hacia el campo donde estaba el camión, me pareció ver a la entrada de un gran estacionamiento de camiones la silueta conocida de un Mercedes NG. Me bajé a darle un vistazo y hacer averiguaciones varias. Estaba allí desde hacía tres años, botado y semioculto por los álamos. Siempre resulta; a veces aparece, pero la mayor parte de las veces solo te abren los ojos ya que lo que necesitas siempre ha estado allí.