El lunes estaba en el trabajo cuando recibí una llamada del taller. Los mecánicos necesitaban el lugar de la cabina y quisieron moverla sin percatarse de que estaba suelta sobre el carrito. Le había quitado las amarras para poder pintar el interior y lo había dejado así esperando a que se secara la pintura, así que cuando la empujaron se resbaló de los pilares de soporte y se vino abajo golpeando uno de ellos el túnel. No fue mucho pero suficiente como para abollar la chapa y quebrar la pintura. Ops. Afortunadamente solo uno de los mecánicos sufrió un pequeño golpe en un dedo y no hubo otras lesiones. Podría haber sido peor. No había advertido a los demás porque no había tenido la ocasión y no pensé que fueran a necesitar el lugar. Lección… y muy buena suerte después de todo.
Fijé de nuevo la cabina con las cadenas de sujeción y volví al trabajo. Tendría que hacer una reparación mayor y volver a pintar el túnel entero en lugar de preocuparme por arreglar solo el goteo de la pintura, pero las cosas siempre pasan por algo así que, con eso en mente, seguí con los planes con las mismas ganas.
Pero, como las cosas nunca pueden ser muy fáciles, la Super Tenéré tenía una pequeña fuga de la horquilla izquierda que había que reparar. Cuando fui a desarmarla para reemplazar los retenes la limpié y descubrí que tenía un buen par de surcos en el cromado del tubo interior. Cresta… el tubo estaba muerto. Me dieron un par de recomendaciones de cómo intentar arreglarlo pero al final opté por lo sano y encargué la pieza nueva, apretándome la guata para que el palo del concesionario no me doliera tanto. La moto quedó bajo arresto. Hmm…
Como en las semanas precedentes, tuve muchas actividades que no me dejaron tiempo para la Merkabah. Tuve que ir a Santiago de nuevo y esta vez la fiel Africa Twin me acompañó con su eterno problema de las detonaciones e irregularidades por sobre las 4500 RPM que, hasta entonces, había sido imposible de resolver. No tenía gracia ir despacio en la carretera pero para el tráfico de la ciudad no había gran drama. Por otro lado, me encanta la apariencia “vintage” de la Honda, tan de moda, entre las demás motos con cara de transformer que pululan por ahí y los elegantes y acristalados edificios de oficinas.
Para empeorar las cosas, mi colega me contagió con su gripe y me fui a la cama sintiéndome pésimo durante tres días. A lo mejor salir todos los días por la mañana en moto con temperaturas bajo cero tuvo algo que ver, quizá… pero no creo. Tuve muy buena compañía, sin embargo, y perros y gatos se turnaron sobre la cama para cuidarme el sueño y el reposo. Como ven no hay ningún problema entre ellos para compartir el espacio, especialmente con la gata Gotye.
El domingo me sentí lo suficientemente bien como para levantarme y Carmen me autorizó a invitarla afuera a almorzar aprovechando el día soleado, en el Montero… por supuesto. Aprovechamos de hacer un pequeño tour del valle y gozar de las vistas del campo y de las montañas. Se sintió muy bien luego de estar confinado al dormitorio por “tantos” días.
En la semana me dediqué a preparar la cabina para poder pintar el túnel de nuevo pero hacía demasiado frío como para poder pintar nada. Lijé los goteos, desabollé el túnel y maté el brillo de la pintura con lija según el consejo de Edie y enmascaré todo aquello que no iba a tocar.
