Esa misma tarde, luego de tres intentos fallidos, el Tatra de Jago finalmente llegó cerca del taller. Hubo cada vez que escalar con grúas remolques más grandes y potentes para poder sacarlo de su casi eterno descanso en el campo. Luego de un rato carabineros llegó y detuvo el tránsito para permitir las maniobras para guardarlo. Los tipos conocían bien su trabajo así es que solo les tomó unos pocos momentos. Como siempre, los pasantes se quedaban mirando el camión con el buggy colgando detrás con la mandíbula abierta.
Cuando fui a devolver el carro de arrastre me topé con este Renault Saviem 4x4 en el patio de una casa, cerca de Catemu. Se veía bastante bien, pero al no tener patente imaginé que estaba fuera de servicio o sin papeles, o ambos. No había visto muchos de éstos antes ya que son bastante escasos. Desgraciadamente no había nadie en casa para poder indagar un poco más. A lo mejor alguien podría quererlo para resucitarlo y hacerse un camión de expedición. Quién sabe…
La siguiente vez limpié bien el eje y luego de que se hubo secado terminé de aplicar las gratas. De los huecos y rendijas se ocuparía el granallado, pero quería ahorrarme el mayor tiempo posible dentro de la cámara de arenado sacando todo lo que pudiera con las gratas y con las herramientas de punta y filo.
En la foto se pueden apreciar las marcas y cicatrices de los golpes en la superficie inferior del diferencial. Tantos años haciendo el trabajo sucio para la compañía constructora y quién sabe qué otras cosas más.
Compré otro gazebo chino y más mangas de polietileno para armar la cámara de arenado/granallado de nuevo. Quería que esta vez quedara lo más hermética posible y que ninguna partícula de polvo saliera a joder la pita a nadie por el taller. Alejandro me ayudó a correr el eje a mano ya que el tecle portátil estaba ocupado. El peso era considerable, y a pesar de todas las precauciones y perfectas posturas mi espalda resintió el esfuerzo. Ouch.
La cámara quedó armada y lista para usarse antes de que me fuera a trabajar ese viernes por la tarde, pero me sentía algo inquieto y no sabía cuál era el motivo.
El plan era granallar el eje al día siguiente, pero llovió intensamente esa noche. No me gusta granallar ni pintar cuando ha llovido o cuando la humedad es alta así que mis ganas de trabajar en la Merkabah se fueron por el desagüe. Después de almuerzo Eduardo, su mujer, Carmen y un servidor nos pusimos de acuerdo y salimos a dar una vuelta. Eduardo heredaba la BMW 650 GS y un paseíto poco les haría bien a ambos para irse acostumbrando a la moto.
Fue un muy buen paseo, incluyendo varios kilómetros de caminos de tierra y barro. La Africa Twin brillante, como siempre, tuvo que esperar por Eduardo e Ivonne, sin experiencia ninguna como dupla en los caminos embarrados.
