Sabado.
Nace la idea de un paseo, aparecen las imagenes de un viaje, traviesos momentos que se hacen leyenda y se convierten en caminos y largas historias que aunque tienen final se siente que habra una proxima vez.
Nace la idea de ir a la cordillera, entre conversas se tejen alternativas y se llega a un pacto de viaje, a un itinerario diferente y a la ruta definitiva.
Una mañana con lluvia, ir o no ir, esa es la cuestion, pues un aventurero tiene en si mismo capacidades impermeables y otras que se deben a la permeabilidad de absorber lo que se graba en los rincones de la memoria viajera, una lluvia no aleja la alternativa de viaje, la potencia, nada como viajar sintiendo como caen las gotas y el viento nos encanta con sus melodias. Salir de noche es el complemento para despertares, desde una gama de negros y luces vamos transitando al despertar de colores, paisajes, horizontes, todo se conjuga para que un viaje se vuelva una vez mas algo interesante.
Una primera parada a desayunar, como debe ser, despejar y apaciguar esas ganas de recorrer que nacen cuando ya uno va en ruta y que muchas veces no hacen apresurarnos para transitar por caminos donde vemos que todos van apurados.
Chimbarongo, su plaza, poca gente tan temprano, algunas personas esperando en la Municipalidad, un buen saludo da pie para una buena conversa, algo de la historia, algo de sus costumbres, siempre vale la pena algo de tiempo para conocer a quienes viven en el lugar, aprendemos algo mas de la identidad del lugar.
Convento Viejo, un tranque o embalse de grandes proporciones, se pierden sus limites en el horizontes, quieto y con un gran paisaje, una detencion es parte del viaje, reconocer y guardar imagenes para luego volver a sentir ese momento. Nada mejor que contemplar, el silencio de estos lugar es un camino a la tranquilidad y a atrapar aquellos sentidos propios de un gran paisaje.
Cuando viajamos nos crecen alas y volamos, y en un momento estamos ahi, en un paisaje, enamorados y ensimismados, amar lo que hacemos se vuelve una necesidad y nos hace parte de que estamos ahi. Amparo y Yo vamos por un camino, un recorrido que ya lleva años en nuestros corazones y seguimos caminando juntos, a nuestra manera, descubriendo cosas aunque los años pasen.
Chepica, restaurada despues del terremoto, casas terminadas y otras en proceso, una vuelta a la plaza, un recorrido amable de sus calles, nos bajamos en el supermecado del pueblo a comprar lo que nos faltaba, es entretenido reconocer cosas que comunmente no vemos en nuestro dia a dia, cosas que no son las tipicas que uno ve en los supermecados, en provincia uno se sorprende, increiblemente hemos perdido cosas tan simples como comprar un quintal de harina o un envase de 1 kilo de margarina, y ahi sacamos nuestras conclusiones, no siempre quienes viven en localidades alejadas tienen la oportunidad de tener las cosas tan a mano como nosotros las tenemos, quizas una ida al pueblo signifique ir cada 10 dias y por eso las cosas a granel o grandes cantidades son comunes.
Dejamos atras Chepica, seguimos viaje para llegar al cruce del Camino Las Palmas.
La Candelaria, camino real segun lo que lei en algunas reseñas de los caminos de la zona. Nos movemos entre caminos de tierra y pavimento donde es facil viajar por largos tramos sin ver vehiculos, los valles se ven con muchas platanciones, lugares perdidos en el tiempo y poca gente a la vista. Llegamos a la zona donde estan los telares de la candelaria, nos bajamos para ver los trabajos y conversar, entretenida conversacion y aprendemos de como una idea se concreta y se vuelve un emprendimiento, levantemos Chile patrocinador de casetas para los telares, promocion de trabajos y un empuje para un oficio que en algunos lugares se va perdiendo por la falta de interes, recorrer un Chile que tiene identidad deberia ser un fuerte proposito Turistico.
San Pedro de Alcantara, lugar con mucha historia con la llegada de los Franciscanos a la zona, una Iglesia construida en 1725 y reconstruida en el 2011 producto del daño del terremoto del 2010. Su antiguo nombre como localidad era San Antonio de Quequen.
