Merkabah: de tolva a motorhome

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Hola de nuevo.

Vadir: qué bueno tenerte por aquí. Bienvenido a esta historia sin fin.

Desafortunadamente (o afortunadamente) la vida sigue y siguió adelante y el trabajo habitual, el que me da de comer, también. Eso me dejó apenas un par de horas a la semana para proseguir con la labor de construir los soportes para los pulmones de suspensión. Apenas alcancé a rellenar los agujeros de las piezas cortadas una tarde y a esmerilarlos en otra.



Para hacerlo más difícil, adivinen qué? La BMW se quedó en el taller ocupando el lugar de la Honda apenas ésta se fue. Perdí la llave, la única copia. Sí. No sé cómo, pero inexplicablemente la llave se perdió de vista. Entre todos dimos vuelta el taller más de una vez y no apareció. La moto estaba celosa, y enojada.



Al último momento, ese viernes por la tarde alcancé a pinchar y dejar más o menos ensamblados los soportes. Al menos era algo.



Recuerdan que les mencioné que la propiedad que pertenecía a mi familia en la cordillera estaba en venta? Pues, llegaron a una especie de acuerdo y no se vendió, hasta ahora al menos. Para celebrar y para reunirnos nos juntamos un lote allá y disfrutamos el fin de semana del aire más cerca de las nubes y del sol, aprovechando lo que quedaba de la ultima nevada. Llevamos con nosotros a Amanda y a Cachito, los que gozaron mucho con la nueva experiencia.



Subimos por el sendero hacia la montaña en el Montero ya que no teníamos mucho tiempo como para hacerlo a pie, y llegamos hasta donde la nieve nos lo prermitió. El Montero es la mejor máquina 4x4 de serie, en mi humirde opinión, pero cuando de nieve se trata no hay 4x4 de serie que valga. Muchos de los miembros del foro seguramente pensarán de la misma forma.






Nos tomó seis horas en vez de las usuales dos y media llegar de vuelta a San Felipe. Era el último día de vacaciones de invierno, y la carretera estaba llena de autos y camiones, llena. Horror. Odio con toda mi alma a los ingleses (los que manejan por la izquierda), pero el taco me superó con creces. Cientos y cientos de autos parados, sin ninguna razón aparente. Horror. Me la tomé con Andina, como nunca, y solo vine a perder la paciencia a la altura del cruce de General Velasco con la Alameda. Bien.

A lo mejor ando perdido y es siempre así, pero como evito salir de viaje en las fechas típicas de vacaciones no había visto jamás un taco que empezase 15 km al sur de San Fernando y llegara hasta Santiago. No lo quiero volver a ver… jamás.

Enfin. La semana siguiente las cosas se dieron mucho mejor y pude volver a trabajar más holgadamente en el proyecto del camión. La pega extra se había terminado y ya no había moto que arreglar. Bien. Me volví a concentrar en la fabricación de los soportes, soldando y esmerilando, soldando y esmerilando. Me gusta eso.

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El martes por la tarde llevé los soportes a medio acabar al taller de Victor donde perforé los agujeros para el perno de soporte y para el del ingreso del aire. Al día siguiente estaban de vuelta en el taller y todo calzaba perfecto. El problema que se había presentado era que el disco plano del soporte no estaba muy plano ya que se había deformado al soldarlo y por lo tanto estaba más bien demasiado curvo. Unos pocos golpes bien emplazados y quedaron más o menos planos de nuevo. Qué bueno tener un combo de los grandes.




Entonces, taladré los hoyos para los pernos compartidos con el soporte de la cabina. Una vez listos los agujeros la fijación lateral de los soportes para los pulmones de suspensión estuvo lista. El pulmón se veía bastante sólido en su lugar, pero era necesario fijarlo desde el interior, y ello significaba que había que fijarlo al ala inferior de la viga del chasis.




Para hacerlo busqué la solución más simple sin tener que soldar ni perforar el chasis de nuevo; no tenía ganas de más forros ni complicaciones, así que puse una placa apernada al disco plano del soporte con un pequeño trozo de goma entre medio. Había visto algo similar en el camión de Kurt y me pareció fácil y confiable. Así que, luego de otro par de días cortando, esmerilando, haciendo hilos, cortando y esmerilando, los soportes estuvieron listos por fin. Se fueron derecho a un par de cajas y proseguí con el resto de las piezas del eje delantero.



Uno de esos día hubo un incidente en el taller. Recuerdan el Ford Cargo que solía conversar con la Merkabah? Bien, llegó a hacer un cambio del turbo, ningún desafío para Eduardo y su equipo, pero algo sucedió una vez que estuvo puesto y al cabo de un par de minutos de andar en ralentí se aceleró a concho a pesar de los esfuerzos de Eduardo por apagarlo. El motor le explotó en la cara y una biela terminó en el suelo junto a un pedazo del cigüeñal. Las manos y la cara de Eduardo se salvaron solo gracias al panel del computador, si no, hubiese sufrido serias lesiones por la explosión y las llamas.





Gracias al Gran Jefe nadie salió herido, pero el camioncito encontró su destino triste e inesperadamente. Eduardo no recibió ninguna felicitación de parte de nadie por sus arriesgadas maniobras para tratar de salvar el montón de fierros. Qué pasó? Luego de desarmar se sabría.

Cuando el Ford murió, yo estaba afanado con el eje flecha derecho, tratando de sacarle la mayor cantidad de mugre posible, sin mucho éxito. Estas cosas nunca fueron muy queridas y no se les hacía servicio muy seguido, como al resto de la Merkabah; incluso una de las graseras no estaba.

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Después de deshacerme de un buen medio kilo de porquería repetí la maniobra con el eje flecha izquierdo, lo suficiente como para hacer que el sueltapernos pudiera llegar con facilidad a los rincones. Una vez ambas homocinéticas estuvieron más o menos limpias, empapadas en sueltapernos, las envolví y cargué en la camioneta de Eduardo para llevarlas a la prensa al día siguiente.




Próxima tarea… limpiar los muñones de dirección. Estaban muy sucios, como todo, así que empecé con la espátula y los fierritos y luego el cepillado con gasolina y así, ad náuseam, hasta que fue hora de partir.




Ese fin de semana en la casa nadie me pescó con mi entusiasmo por estar avanzando, una vez más, en el proyecto. Sydane apenas me regaló una mirada perezosa como diciendo: Estás realmente loco, Pairoa.



Gracias a la moto y a tanto trabajar con la espátula y los fierritos me agarré una epicondilitis bastante dolorosa, por lo que decidí cuidarme para variar y no salir a dar muchas vueltas ni trabajar en la Merkabah. Tomé mi caja de herramientas y me la llevé a casa y me puse a hacer arreglos que estaban dejados de lado desde hacía mucho tiempo. Carmen estaba feliz.

Al siguiente lunes, con menos dolor, continué con el lavado y el cepillado de ambos muñones. Quedé pasado a gasolina por un par de días pero valió la pena. Tuve que lijar finamente las pistas porque estaban un poco picadas por la corrosión y no tenía muchas ganas de andar con fugas de aceite como había sucedido en el bogie. Ojalá y fuese suficiente. Los rodamientos estaban bien.




Como ya se había visto antes, había habido alguna incursión previa y los retenes y rodamientos del lado derecho habían sido reemplazados por repuestos no originales, y las crucetas también. Quizás por eso todo estaba empapado en aceite. Al lado izquierdo era todo original, y estaba seco como yesca.



El manual decía algo de un extractor para remover los rodamientos internos de los muñones, pero como no tenía tiempo ni ganas de conseguirme uno usé una barra de acero facilitada por Chaleco, quien estaba por ahí haciendo de las suyas, y con golpes precisos y expertos los rodamientos salieron, hechos pedazos, pero salieron al fin. Al terminar la tarde ambos muñones estaban limpios de grasa y sin piezas adosadas, listos para los siguientes pasos: cepillado, imprimado y pintado. Tendrían que esperar, eso sí, a tener más piezas en la misma situación para poder hacer algo más o menos en serie.

[pairospam]

En el pequeño taller de Victor, un par de días después, trabajar con los ejes flecha no fue nada de fácil. Maniobrar con los fierritos en la prensa para soltar las crucetas fue muy peludo y demandante, especialmente tratando de hacerlo solo.

Ya tenía una de las crucetas sueltas cuando Victor llegó y pudo darme una mano. Él había trabajado en una empresa donde fabricaban maquinaria agrícola y tenía bastante experiencia con cardanes y piezas por el estilo, algo oxidada, pero experiencia al fin. La cruceta dio una feroz batalla hasta el final, pero finalmente perdió. Tuvimos que esmerilar el borde de uno de los dados de los rodamientos para sacarla. No fue nada sencillo, incluso se dañó un poco la mano cuando las maniobras, algo sin importancia según Victor. Esperaba y tuviese razón.






Cuando dije que no había más moto que arreglar en realidad estaba exagerando, ya que la Honda requería un cambio de piola de embrague y del termostato, y solo estaba esperando a que llegaran los repuestos. Bien, cuando llegaron ya no tuve más excusa.

Corriendo contra reloj saqué el tanque de gasolina y desarmé la mitad de la moto para poder reemplazar el termostato y cambié la piola de la moto por la nueva. Alejandro, el argentino sobredimensionado, se rió de mí porque había dicho que no quería desarmar la moto al menos en un año. Hmm…





Armé todo de nuevo solo un par de minutos antes de tener que ir al trabajo. El embrague, completamente renovado ahora, era de una suavidad exquisita; la diferencia entre antes y después del overhauling estaba ahora completa, y la moto subió un par de puntos mi escala de gozo.

Al día siguiente tomé la muestra de la cruceta y después de almuerzo corrí/volé a Santiago a buscar los repuestos. Visité los ocho más renombrados locales de venta de crucetas en la ciudad, y ninguno tenía las raras y carísimas crucetas desplazadas de 38 mm que andaba buscando. El último de los vendedores, un señor ya mayor y con mirada piadosa, se compadeció de mi cara desesperanzada y me dijo que por allá por Ecuador había un negocio que probablemente tuviese las piezas que buscaba. Para allá partí.

En el lugar, un pequeño negocio muy bien surtido de piezas para cardanes de variopinta naturaleza y marca, el tipo miró la cruceta sin mucho afán y con el calibrador midió los dados. Cuántas quiere? - me dijo, casi sin asunto. Cuatro! Me salió del alma. Un segundo y medio después me asaltó la duda; Hmm… demasiado fácil.

Cuando el vendedor apareció desde la bodega cargando las cuatro crucetas nuevas le dije que se fijara bien, y claro, no eran desplazadas; no servían. Ops. Tomó el teléfono e hizo una llamada breve que terminó en el fatídico: gracias de todos modos. Así que ya sabía que ese era uno de esos días poco afortunados. Mal. Sin embargo, el tipo me dijo que se podían mandar a hacer, con tratamiento de endurecimiento incluido y tomando como base crucetas Koyo de 38 mm. Estuve de acuerdo en pedir un presupuesto y dejé mis datos y la cruceta, no muy convencido, pero al menos era una posibilidad.

Me subí a la Honda y me sumergí en el arremolinado tráfico de la hora pico de la tarde del Viernes Santiaguino, pasando los siguientes 45 minutos esquivando buses, colectivos, cretinos hablando por celular y decenas de motos que adelantaban por entre los autos, hasta que me tuve que tirar a un lado apenas vi un Starbuck’s. El tráfico me estresa más que cualquier obstáculo o cuesta en la montaña. Cuando me calmé y descansé partí de nuevo y me reuní con René y Karen Larraguibel en la clínica donde el papá de René había sido operado y se estaba recuperando. Los viajeros hicieron una pausa en su recorrido para acompañar al enfermo. A sus ochenta y tantos su evolución era sorprendente según todos.

Fue un buen encuentro aunque algo breve. Volverían a sus andadas tan pronto como fuera posible. Yo regresé a casa con las manos vacías, pero contento por la oportunidad de poder volver a verlos.

Sábado: tiempo de seguir adelante. Antes de salir al taller el vendedor de la tienda de cardanes llamó. Sí, por supuesto se podían fabricar las crucetas, por 250 lucas cada una. Le agradecí su amabilidad y me olvidé del asunto. Era un poco más caro que traerlas desde Alemania, nuevas y originales. Tenía que tomar decisiones, sin muchas opciones.

Me pasé toda la tarde en el taller trabajando en el eje delantero. Hice algunos movimientos mágicos para traer el tecle móvil para levantar el eje y ponerlo sobre los caballetes. No eran los caballetes hechos por mí y especiales para los ejes porque Eduardo los había usado para otra cosa hacía un rato, pero era mejor que trabajar en el suelo.



Como siempre, empecé sacando mugres varias con la espátula y con fierritos. Cuando limpiaba uno de los bujes de todo el aceite y la grasa una golilla particular apareció. La del otro lado no estaba; seguramente no la habían cambiado, solo la habían sacado.

[houndour]

y no hay más relatos!! ta'maire

excelentes avances, imagino debe ser muy empinada la cuesta que haz decidido subir(armar el merkabah), pero será insuperable la felicidad cuando arranque por primera vez para iniciar la bajada.


saludos!! y a la espera de mas avances

[pairospam]

Sí, Houndour, quedaban algunas cosas por contar. Gracias por las vibras.

Bien, cuando la mierdecilla ya era mucho menos se pudo ver que los rodamientos y los retenes del lado derecho del eje también habían sido reemplazados y que los del lado izquierdo eran aún los originales.




El actuador neumático del bloqueo diferencial estaba bloqueado con una tuerca tapón. Temí que el mecanismo estuviese roto, pero decidí a esperar a tener todo listo y limpio para averiguarlo.



Cuando terminé con el eje tomé el tambor de frenos que estaba empapado en aceite y empecé a limpiarlo. Fue una tarea sucia y desagradable, pero alguien tenía que hacerlo, y había habido situaciones peores. Enfin…




Busqué otras piezas a mano para aprovechar de usar la gasolina que aún estaba más o menos limpia, así que agarré los soportes del silenciador de escape, pero estaban cubiertos de una costra de ollín que me tuvo cincelando un buen rato hasta que me cabreé y juzgué que era suficiente para una tarde de sábado.



Jinx, el gato, estaba enfermo. El pobre tipo tenía una gastroenteritis feroz y se sentía pésimo. A la mañana siguiente se veía peor y deshidratado así que partimos con él al veterinario. Quedó hospitalizado y le pusieron una vía venosa. Pasaría todo el día y la noche ahí y con suerte estaría mejor una vez se rehidratara y recibiera tratamiento adecuado. Veríamos.



Después de almuerzo partimos al campo con los perros. Eduardo estaba por plantar un potrero y habían pasado el arado para esponjar el terreno así que los perros gozaron corriendo de aquí para allá por la tierra suelta. El Montero también estuvo feliz de jugar un poco, mientras Carmen movía la cabeza y me decía que era como un niño. Tenía razón.




Lunes… otra vez. Había estado tratando de pelar el eje con las gratas metálicas pero no estaba feliz con el resultado ni con el tiempo que tomaba. Hice una pausa para un rico té con miel y de repente me acordé de algo importante. Corrí a la oficina y busqué entre la pila de cajas cuidadosamente ordenadas en mi estante personal. Al poco tiempo encontré lo que buscaba: una grata en copa de cable de acero retorcido, herramienta que había comprado hacía mucho tiempo atrás y que había olvidado hasta justo ese momento.

[Nigel Moleker Castro]

Menos mal que tus pacientes no saben como usas la galleta y el combo sino nadie se operaría contigo

Un abrazo amigo y fuerza que se puede.

Nigel

[Hilux Surf-Vigo]

a que le llamas crucetas desplazadas?

[pairospam]

Hola Hilux:

Las fotos de abajo muestran mejor a qué me refiero.

Las crucetas son desplazadas cuando los ejes perpendiculares entre sí no están en el mismo plano sino uno por delante del otro. Los cuatros dados no están en el mismo plano, a la misma altura por así decir, están unos por delante (o detrás) de los otros dos.

Este arreglo permite mayores ángulos de torsión para los cardanes a cualquier régimen de revoluciones.

En EEUU hay un tipo que fabrica especialmente para los que gustan de subir piedrecitas con sus 4x4 (rock-crawlers, para los fans del gringo boy)
http://www.4xshaft.com/index.html

Cuando se usan dos crucetas desplazadas en una homocinética el efecto de tirón es virtualmente nulo, y por eso el camión tiene una rienda tan fantástica.

Saludos.


Pairoa

[houndour]

uno aprende algo nuevo todos los dias...


saludos!!